Beneficios de la Lectura Compartida

19 de Noviembre de 2012
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Por Macarena Silva.
El paradigma de la literacidad emergente entiende el desarrollo de la lectura como un continuo (Whitehurst & Lonigan, 1998). Dicho en otras palabras, no existe un punto de quiebre que permita distinguir entre una etapa pre-lectora y una etapa lectora propiamente tal. Más bien, la lectura se va desarrollando a través de diversas prácticas que van sumergiendo al sujeto en un mundo letrado.

Si concebimos la literacidad como un continuo, las prácticas que promueven su desarrollo antes de ingresar al sistema escolar adquieren importancia. Los niños están expuestos y son partícipes de actividades potencialmente vinculadas a la literacidad desde su nacimiento, como por ejemplo, a través del juego, conversaciones sobre eventos pasados, al escuchar historias, ver películas e interactuar con libros (Skarakis Doyle & Dempsey, 2008). Dentro de dichas prácticas, se encuentra la lectura compartida. Por lectura compartida entendemos la actividad desarrollada entre padres/cuidadores (u otro relevante) y el niño en torno a un libro (Bus, van Ijzendoorn, & Pellegrini, 1995).

Existen diferentes formas, estrategias o estilos de interactuar con los niños a través de los libros que tienen efectos positivos en su inmersión en el mundo letrado. Sin embargo, estos efectos varían según el tipo de actividad que se desarrolle. Los estilos parentales de lectura compartida se vinculan a las creencias de los padres sobre qué es importante (Susperreguy et al., 2007; Cavada, Guerra, & Silva, 2007). Por ejemplo, hay padres que sólo leen el libro al niño de principio a fin, como una forma de mostrar o ejemplificar cómo se leería correctamente. Otros padres se enfocan en la enseñanza del significado de palabras. A su vez, también puede existir un foco particular en la enseñanza de la lectura propiamente tal (enseñar sonidos y nombres de letras, palabras, rimas, etc.) y finalmente, un estilo que privilegia la interacción durante la lectura (haciendo preguntas, invitando al niño a que termine la historia, etc.).

Una serie de estudios previos han cofirmado que la frecuencia de lectura compartida tiene un impacto significativo en habilidades de lenguaje oral, principalmente en el vocabulario (Sénéchal et al., 1998; Sénéchal, 2006). Este beneficio se atribuye al hecho de que los libros compartidos por padres e hijos suelen contener palabras más sofisticadas que las que se utilizan en el lenguaje oral, promoviendo la amplitud del vocabulario (Zucker et al., 2006).

Yendo más allá de la frecuencia, los padres también utilizan la lectura compartida como un medio para enseñar contenidos más típicamente relacionados con la escuela, como por ejemplo, el nombre de las letras. Las prácticas parentales orientadas a este fin han mostrado resultados positivos en la habilidad de los niños para decodificar palabras (Sénéchal, 2006).

Otra posible forma de interactuar a través de un libro lo constituye la lectura interactiva, que comprende acciones del adulto que promueven la comprensión de la historia. Por ejemplo, la realización de preguntas inferenciales sobre lo que ocurre (¿por qué la ranita está triste?, ¿qué crees que pasará después?). El estilo de lectura interactiva ha demostrado ser un predictor significativo de la habilidad de comprender y producir narrativas (Silva & Cain, 2012) las cuales a su vez predicen la comprensión lectora (Silva & Cain, 2012). La relación indirecta entre lectura interactiva y comprensión lectora ha abierto un nuevo campo de estudio para explorar más directamente la relación entre el lenguaje oral y la posterior comprensión de textos.

Junto a lo anterior, se ha encontrado que la lectura compartida en los años preescolares se relaciona con el gusto por la lectura en años posteriores (Sénéchal, 2006).

Otro punto relevante lo constituyen los materiales utilizados en sí (Paris & Paris, 2003). Existen libros para niños que presentan historias con un rico contenido, que permite iniciar discusiones, conversaciones sobre sentimientos, pensamientos, relaciones causales, predicciones, etc., mientras otros libros contienen sólo dibujos que permiten la ampliación del vocabulario (por ejemplo, libros con los animales de la granja). Utilizar distintos tipos de libros constituiría una estrategia más rica para así ir promoviendo distintas áreas.

Además de los beneficios asociados a la literacidad, la lectura compartida implica un espacio en el cual padres e hijos pueden compartir y vincularse. Saber qué piensan los niños sobre las historias, los dilemas que viven los personajes, sobre eventos felices y tristes, la transferencia a experiencias actuales, etc., permite que sea un momento potencialmente rico en la relación.

La lectura compartida constituye por todos los flancos una actividad beneficiosa para niños y adultos. La invitación es entonces a leer junto con los niños, por pequeños que sean. Esto implicará un beneficio para ellos en diversos ámbitos y para el cuentacuentos también.


Fuente: CIAE

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