Expertos coincidieron en la necesidad de avanzar hacia un financiamiento de la investigación orientado hacia los desafíos colectivos del país

02 de Octubre de 2019
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Seminario fue organizado por la Vicerrectoría Económica, el Instituto de Estudios Avanzados en Educación y COES, y contó con destacados panelistas como Carlos Peña, Marcela Angulo y José Miguel Benavente.

Los distintos mecanismos de financiamiento; el balance del financiamiento de distintos tipos de bienes; y cómo financiar investigación de acuerdo a las necesidades del país y de la sociedad. Estos fueron algunos de los temas que analizó el segundo de los seminarios del ciclo de educación superior, que organizan la Rectoría de la Universidad de Chile, a través de la Vicerrectoría Económica, y del Instituto de Estudios Avanzados en Educación y; por el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), de las universidades De Chile, Católica, Diego Portales y Adolfo Ibáñez. Realizado el 2 de octubre en la Casa Central de la Universidad de Chile, el seminario se centró en el financiamiento de la investigación, creación e investigación en las universidades chilenas.

Fue inaugurado por el vicerrector de investigación del plantel, Flavio Salazar, y por la subsecretaria de Ciencia, Carolina Torrealba; y contó con la participación, como panelistas, de Marcela Angulo, directora de la sede Santiago de la Universidad de Concepción; José Miguel Benavente, académico Universidad Adolfo Ibáñez y especialista líder del BID; Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales; y de Alejandra Mizala, directora del Instituto de Estudios Avanzados en Educación, quien moderó el panel.

“En la U de Chile valoramos el esfuerzo de implementación del nuevo ministerio (de ciencia), pero también estamos ansiosos para ver y aportar las políticas… Lo que estamos planteando es que las universidades se quieren poner al servicio de la política de ciencia y tecnología, con intercambio, investigación transdisciplinaria, etc., para enfrentar amenazas como el cambio climático”, planteó el vicerrector Flavio Salazar, al inaugurar el seminario.

En el mismo sentido, la subsecretaria de Ciencia, Carolina Torrealba, explicó que “ha habido un trabajo de gestión de tener un ministerio cada vez más robusto. Lo que no queremos es un ministerio que ponga un corral sobre la comunidad académica, sino que la ayude a fortalecerse y la conecte con la comunidad y con la cultura”. Añadió que si el país quiere hacer crecer su inversión en I+D (que hoy es del 0,4%) “eso tiene que ir de la mano con un sistema universitario robusto”.

En el panel, el rector de la U. Diego Portales, Carlos Peña, abrió el debate señalando que antes de plantearse si el sistema de financiamiento a la investigación es el correcto, deben responderse temas como qué se entiende por creación, investigación e innovación, qué tipo de bienes hay en cada una de esas categorías y cómo es posible financiarlos. “En ciencias básicas, la investigación merece ser calificada como bien público”, dijo y añadió que es distinto en el caso de las humanidades, donde se entrelaza el punto de vista neutral de la ciencia con el punto de vista ideológico del observador: “las humanidades modelan el tipo de historia, el tipo de filosofía, tienen una dimensión directa e indisolublemente política”.

En ese sentido, se preguntó si tiene relevancia que una universidad sea estatal o privada cuando se habla de investigación básica: “si se concibe la investigación básica como un bien público, el tipo de proveedor no importa. Y debe financiarse con rentas generales”. Distinto, dijo, sería el caso del financiamiento a las Humanidades, donde, explicó, puede haber universidades misionales. En ese caso, precisó, “bastaría con que la universidad abrace valores del debate racional para ser financiada en este ámbito”.

En la creación, el rector Peña distinguió entre los bienes meritorios, expresivos e identitarios. Señaló que los primeros deben ser financiados con rentas generales, puesto que no se pueden financiar con reglas de mercado. “En el caso de bienes expresivos, los pondría al final de la lista y daría importancia a bienes identitarios. Una sociedad respetuosa debe proteger la identidad de sus miembros. Acá tampoco importa la propiedad del que genera los bienes”, precisó.

Sobre la innovación, propuso que “si uno entiende que es un producto ex post, la patente paga la innovación exitosa”.

“Cualquier sistema de financiamiento será mejor que el que tenemos. Sin deteriorar el financiamiento de universidades más complejas, debemos pensar en que el sistema pueda ampliarse. Pero para eso necesitamos reflexionar sobre los tres temas anteriores”, concluyó.

Distintos tipos de financiamiento

Por su parte, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, José Miguel Benavente, expuso sobre los distintos tipos de fuentes de financiamiento para la innovación e investigación que existen en Chile y en el mundo. Mencionó las asignaciones públicas con impuestos generales a entidades, el sistema estandarizado por concurso (como los Fondecyt) y el financiamiento por desafíos, que casi no existe en Chile, y en el que instituciones públicas plantean desafíos y le piden al mundo universitario que los resuelvan (en esa categoría cabe el 80% de financiamiento básico a investigación en EE.UU).

También mencionó las fuentes privadas de financiamiento, como cuando una empresa o un conjunto de empresas les piden a universidades resolver ciertos problemas; y el liderado por la oferta, que sale desde las universidades, pero con la orientación a generar negocios en el mundo privado. Puso también, como ejemplo, los casos de los consorcios, donde varias universidades se unen en esfuerzos de investigación, sobre todo para el uso de infraestructura y equipamiento.

Sobre lo que podría hacer en este tema en el país, Benavente explicó que es clave hacer la distinción analítica de qué tipo de universidad recibe los recursos fiscales: “El sistema tiene que ser más transparente con el sistemas de asignaciones y con exigencias según la taxonomía de las universidades (complejas, de investigación o docentes). Aquellas universidades complejas necesitan financiamiento de blockgrant a largo plazo y dar cuenta de qué han hecho con esos recursos”, dijo.

Recomendó también empujar la idea de financiamiento por desafíos, que pueden ser colectivos; y analizar el derecho de propiedad de lo que se está generando en las universidades. “Y mirar estos consorcios universitarios con más cuidado para el uso de infraestructura mayor”.

“El financiamiento está en situación de estrés, sobre todo por los cambios de pregrado, y hay que mirar experiencia de otros países”, concluyó.

Cómo atraer a los privados

En otro ámbito, la directora de la sede Santiago de la Universidad de Concepción, Marcela Angulo, planteó una versión más pragmática sobre mecanismos de financiamiento orientados por misión, que es el más débil. “No hemos sido capaces de conectar a las universidades con el mundo privado para generar esfuerzos colectivos que tengan impacto en las áreas o desafíos que son propios de Chile y que necesitan resolución”, dijo.

Mencionó que el añejo paradigma del origen de la innovación, que seguía un curso determinado, ya no rige, puesto que se sabe que ésta es producto de un caos creativo donde entran distintos actores y se genera una innovación: “La visión moderna es que hay un espacio de co-creación: corporaciones enormes han decidido abrir sus espacios y no tener más grupos de I+D internos, sino mediante la colaboración con otros, porque entendemos que el conocimiento es casi ubicuo hoy”. En ese sentido, dijo que “siempre mirando la lógica de orientación por misión, Chile, como país pequeño con pocos recursos, necesita tomar definiciones, necesita algún grado de priorización para tener más probabilidad de éxito en esas iniciativas”.

También planteó una taxonomía del ciclo de innovación, desde la ciencia básica hasta productos en el mercado; y desde bienes públicos netos a bienes privados. Explicó que la tecnología va de un nivel de madurez que se ha definido del 1 (investigación básica) al 9 (cuando llega al mercado): “El ciclo tecnológico desde que se hace la investigación hasta que un producto llega al mercado es enorme y largo y es por eso, dijo, que todos los países financian, a fondo perdido, al menos hasta el nivel 7”, explicó.

Agregó que son los privados los que deben aumentar diez veces su inversión: “Para esto tenemos que ser capaces de resolver las implicancias de esto y cómo tenemos que resolverlo, porque si no, no podremos atraer inversión privada para un pacto de investigación.

El panel finalizó con preguntas del público.

 


Fuente: Comunicaciones CIAE

Palabras Clave: educación superior   financiamiento   investigación  
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