Sin duda el movimiento feminista ha interpelado a toda la sociedad. Junto con levantar demandas de cambios en la institucionalidad y en las relaciones humanas cotidianas, han logrado visibilizar prácticas abusivas y discriminatorias naturalizadas, cuestionando las formas y normas de convivencia que han permitido el despliegue de dinámicas de sujeción. En vista de esta tensión propuesta, ¿cómo la sociedad debería avanzar y generar esos cambios demandados?
Considerando que las instituciones educativas son uno de los lugares donde la sociedad reproduce su cultura y visiones de mundo, el discurso de la necesidad de una educación no sexista se erige con fuerza.
Si bien, como recalcó la académica de la Facultad de Ciencias Sociales, María Elena Acuña, “para avanzar en esta demanda se requiere mucho más esfuerzos que medidas específicas”, ella junto a las académicas Patricia Soto, Salomé Martínez, Ximena Azúa, y Alejandra Mizala, respondieron a la pregunta respecto a cómo materializar este enfoque educativo, planteando diversas propuestas.
Alejandra Mizala, directora del Instituto de Estudios Avanzados en Educación Incluir transversalmente el tema de género en mallas curriculares de pedagogía y en la formación de docentes en servicio, es una de las propuestas de la profesora Mizala, dado que “de esa forma los docentes toman conciencia del tema y pueden ser más ecuánimes en su interacción con niñas y niños. También, es importante evitar los estereotipos de género en los libros de texto y que, al contrario, se refuercen los modelos femeninos en las áreas de ciencias y matemáticas”. A nivel universitario, en tanto, y en vista de una distribución desigual en carreras femenizadas y otras masculinizadas, una acción es incentivar la participación de mujeres en el área de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Para ello, detalló la también académica del Departamento de Ingeniería Industrial de la FCFM, “es posible incluir otros indicadores de desempeño en el ingreso a educación superior, como se ha estado haciendo con las notas de educación media y el ranking de notas”. También es importante establecer cuotas, “que son medidas transitorias que permiten romper el status quo, para que mujeres ingresen a carreras masculinizadas y hombres ingresen a carreras feminizadas”, medida que también debería darse en la contratación de académicas, dado que “los temas de igualdad de género requieren alcanzar una masa crítica de mujeres en espacios relevantes que permita cambios culturales”. |
María Elena Acuña, académica de la Facultad de Ciencias Sociales A nivel escolar y universitario, una de las propuestas de la académica es la “observación de prácticas de enseñanza aprendizaje para detectar sesgos sexistas y androcéntricos sobre todo a nivel escolar, tanto en enseñanza básica como en enseñanza media”. Todo esto, debe ir de la mano del establecimiento de “bases conceptuales para observar, comprender y analizar las formas en que en jardines infantiles, escuelas, liceos y universidades se reproducen las desigualdades de género, cuáles son estas desigualdades, qué implican de manera más profunda y con qué otras desigualdades se interrelacionan. En este sentido, asumir que se trata de un tema estructural, de relaciones de poder expresadas en los procesos de enseñanza aprendizaje más que un problema de socialización”. Por otro lado, agregó la también investigadora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género, “deben generarse propuestas para abordar todo lo que llamamos curriculo oculto de género, que obedece a las prácticas y a la expresión de los sesgos y prejuicios tanto institucionales como individuales. Desde mi punto de vista es nivel está estrechamente ligado con lo que podríamos llamar otros currículos ocultos como el disciplinamiento de clase, la reproducción del racismo y el etnocentrismo del modelo educativo chileno”. |
Patricia Soto, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades El perfeccionamiento de las profesoras y profesores de todos los niveles de la educación -parvularia, básica, media y universitaria- sobre lo que significa una educación no -sexista. Esta es una de las propuestas de la profesora, para quien también es importante “incrementar un fondo bibliográfico sobre autoras/es nacionales e internacionales que sean pertinentes a la temática de género en cada biblioteca universitaria y escolar”. En el caso de la educación superior, la profesora Soto propone “privilegiar los proyectos e investigaciones académicas, que estudien la temática de género”, y “desagregar por sexo los datos en las investigaciones”, a fin de poder conocer de manera exhaustiva, y con enfoque de género, los resultados de las indagaciones en diferentes disciplinas. |
Salomé Martínez, directora del Área Estratégica de Educación Matemática del Centro de Modelamiento Matemático En educación escolar y superior, destacó la profesora Martínez, es necesario cambiar las dinámicas de valoración de la participación de los estudiantes. Hay que “entender que al hacer una pregunta, si uno se queda con la primera respuesta, probablemente está valorando al más rápido, al que se atreve más, y no todos a los estudiantes del curso por igual, entonces hay que estar incorporando estrategias nuevas”. Otro aspecto que destaca la académica es la pertinencia de las medidas a tomar, considerando que, por ejemplo, “es distinto hablar de educación no sexista en ingeniería que en otra carrera”. "Uno quisiera que los estudiantes salieran también con herramientas, que salgan preparados para entender cómo es trabajar entre hombres y mujeres, lo que tiene que ver con valorar características de trabajo y de liderazgo distintas", concluyó la profesora Martínez sobre otra de las áreas sobre las cuales trabajar. |
Ximena Azúa, académica del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales Para la académica, “dentro de la formación profesional en las carreras de pedagogía -así como hoy día deben estar acreditadas por ley- se debiera mirar que en las mallas curriculares esté incluido un curso sobre la perspectiva de género en educación”. Otra medida concreta es la evaluación de los textos escolares y materiales de estudio “para ver si se establece o no la perspectiva de género, si es equiparable como aparecen las niñas y los niños, o, por ejemplo, que no aparezca el papá leyendo el diario y la mamá cocinando”. A esto se suma el repertorio de lectura que tienen que leer los niños, que incluya tanto autores como autoras. En el caso de las universidades –particularmente la U. de Chile-, la académica plantea que “siempre se ha planteado la formación de ciudadanos responsables como líderes de la sociedad en la que estamos insertos, pero en ese modelo nunca se ha plateado el respeto a la diversidad y una inclusión de género en el cual seamos respetuosos de la diferencias. Por lo tanto, para formar profesionales que en todas las áreas pudieran comprender esa diversidad, es fundamental, y eso debería estar en nuestro modelo educativo”. |