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El mentholatum de la educación chilena por Cristián Bellei

domingo, 30 de mayo de 2021
Publicado en La Tercera, jueves 7 de abril de 2011.

No es exagerado afirmar que el SIMCE se ha convertido en el instrumento de política educacional más importante de Chile: sus resultados se difunden a los cuatro vientos, se usan para repartir premios y sanciones a las escuelas, para entregar bonos salariales a los profesores, para hacer marketing y captar matrícula, para evaluar las políticas educacionales, en fin, es el mentholatum de la educación chilena. Si le vamos a dar tanta importancia al SIMCE, debemos entonces estar seguros de la calidad de la información que entrega y de que sus usos son los adecuados. Lamentablemente, hay razones para dudar de ambas cosas.

Un ejemplo sobre la calidad de la información. El SIMCE de lectura de segundo medio en ninguna de las siete mediciones entre 2001 y 2010 ha mostrado un aumento significativo de los logros de los estudiantes, en circunstancias que la prueba PISA de la OECD, la más prestigiosa a nivel mundial, ha detectado enormes avances de los alumnos chilenos en todas sus mediciones en el mismo período. Si el SIMCE hubiese aumentado igual que PISA durante esta década, habría acumulado alrededor de 20 puntos; en la realidad fueron sólo 7. SIMCE o PISA, ¿cuál prefiere usted?

Un caso de mal uso del SIMCE. El año pasado, el Ministerio de Educación publicó y distribuyó a todos los apoderados del país un mapa donde calificaba a las escuelas de cada comuna usando un semáforo: rojo para las escuelas de bajo SIMCE, verde para las de alto SIMCE, y amarillo para el resto, y sugería a los padres que matricularan a sus hijos en función de dicho semáforo. Prácticamente todos los expertos nacionales e internacionales coincidieron en que éste era un uso equivocado, discriminatorio y potencialmente pernicioso de los resultados SIMCE. ¿Habremos aprendido a tener más cuidado con el SIMCE?

Autor:

Cristián Bellei