Vivimos en un ambiente donde lo visual se impone cada vez más. Por eso, los videos, animaciones y otras imágenes en movimiento son cada vez más usados como herramientas educativas. Sin embargo, un reciente estudio advierte sobre los mitos acerca de la efectividad del uso de videos y animaciones en el aprendizaje.
El estudio, elaborado por investigadores del CIAE de la U. de Chile, de la Universidad Erasmus Rotterdam (Holanda) y de las universidades de New South Wales y Wollongong (Australia), reclutó a un centenar de estudiantes universitarios—hombres y mujeres—quienes debían someterse a dos tareas de memorización de doce símbolos abstractos que les presentaban en un computador. En la primera tarea, los estudiantes debían observar una animación en la cual se mostraba cada símbolo, uno por uno, hasta completar 96 segundos. En la segunda tarea, se les presentaba la totalidad de los símbolos en una sola imagen fija, por los 96 segundos totales. La mitad de los estudiantes hicieron, primero, el ejercicio de observar y memorizar la animación, mientras que la otra mitad realizó en primer lugar la tarea de las imágenes fijas.
Los investigadores encontraron que los estudiantes recordaban menos símbolos correctamente tras observar la animación que cuando miraban la imagen estática.
La explicación está en la memoria de trabajo y en la teoría de la carga cognitiva (ver infografía), una teoría de la sicología educativa comenzada hace más de 30 años, que formula que nuestra capacidad de procesar información es limitada, explica Juan Cristóbal Castro Alonso, investigador del CIAE, quien participó del estudio. La memoria de trabajo es aquella memoria de corto plazo, que nos permite integrar información nueva con los conocimientos previos, y por tanto, aprender. Al igual que un computador, la memoria de trabajo tiene límites de capacidad: es capaz de procesar aproximadamente un máximo de 5 conceptos nuevos y retener la información por menos de 20 segundos, tras los cuales, otra información interfiere y hace olvidar la información previa (ver infografía).
En el ejercicio al que se sometieron los estudiantes universitarios, frente a una imagen fija, la memoria se puede tomar todo el tiempo del mundo para analizar y memorizar, lo que no sucede con las imágenes transitorias que generalmente se incluyen en animaciones. Además, muchas veces la animación obliga a seguir cierta secuencia que podría no ser la más óptima para aprender.
En consecuencia, los investigadores recomiendan que el diseño de materiales educativos debe tomar en cuenta estas limitaciones en la memoria de trabajo, y no siempre privilegiar animaciones o videos sobre imágenes fijas.
“Estos resultados son coincidentes con la evidencia internacional y sugieren que el uso de videos y/o imágenes con fines educativos debe hacerse tomando ciertas precauciones. Muchas veces un exceso de información visual puede dificultar el aprendizaje”, dice Castro-Alonso.
En otro estudio relacionado, un equipo liderado por Castro-Alonso recopiló y analizó más de 20 estudios que comparaban el impacto en el aprendizaje de imágenes fijas versus imágenes en movimiento, muchos de los cuales encontraban que las imágenes transitorias eran más efectivas. Sin embargo, los investigadores encontraron que dichos estudios no controlaban de manera adecuada factores anexos que sí influyen en la percepción y en la memoria. Por ejemplo, comparaban imágenes monocromáticas versus imágenes en blanco y negro; imágenes pequeñas con otras más grandes; o imágenes impresas con otras en computador.
“Esta revisión muestra claramente el impacto de muchos factores que inciden en el aprendizaje y cómo no controlarlos puede producir efectos instruccionales no esperados”, dice el investigador.