En 1989, se posibilitó un esquema de financiamiento compartido, que permitió a las escuelas particulares subvencionadas complementar el aporte recibido por el Estado mediante el cobro de un monto adicional, a cargo de los padres. En 1993, se potenció este sistema mediante la Ley N° 19.247, en donde se establecieron la mayor parte de las bases actuales. Desde entonces, los colegios particulares subvencionados pueden optar en forma voluntaria por esta modalidad, mientras que las escuelas municipales de enseñanza básica no pueden cobrar y los liceos municipales de enseñanza media sólo pueden acceder si la mayoría de los padres acepta el cambio.
Es así, como las diversas reformas aplicadas en el sistema educacional chileno, han originado que existan en la actualidad cinco tipos de establecimientos: las escuelas y liceos municipales sin FICOM, los liceos municipales con FICOM, las escuelas particulares subvencionadas sin FICOM, las escuelas particulares subvencionadas con FICOM y las escuelas particulares pagadas.
Uno de los temas debatidos en la discusión sobre calidad de la educación, ha sido si el financiamiento compartido ha contribuido a mejorar la calidad del sistema educativo, al incrementar los recursos de las escuelas adscritas al sistema, o si, por el contrario, ha tenido efectos no deseados sobre éste.
Argumentos a favor de este sistema se basan en que el aumento de recursos en las escuelas adscritas al FICOM, producto del cofinanciamiento con los padres, ayudaría a mejorar la calidad del proceso educativo y sería una oportunidad de reducir las brechas de gasto por alumno entre las escuelas subvencionadas y particulares pagadas. Los establecimientos, al contar con recursos adicionales, podrían entregar una mejor enseñanza a sus alumnos, invirtiendo en el cuerpo docente, efectuando mejoras en infraestructura, realizando actividades extra programáticas, etc.
Por otro lado, también se argumenta que los padres, al pagar, se sentirán con más derecho de exigir a las escuelas una educación de calidad para sus hijos.
Sin embargo, una de las críticas más usuales a este sistema se refiere a la posibilidad de que el financiamiento compartido implique segregación socioeconómica entre los alumnos, principalmente porque hay familias que no tienen los recursos necesarios para pagar, por lo que no podrán matricular a sus hijos en escuelas que cobren FICOM.
Entonces, ¿cuál ha sido el efecto del FICOM sobre el sistema? La tesis de magíster en Economía Aplicada de la U. de Chile, de Trinidad Saavedra, bajo la guía de la directora del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile y directora académica del CIAE, Alejandra Mizala, indaga en ese tema.
El objetivo de la investigación fue determinar el efecto del FICOM sobre el rendimiento escolar de los estudiantes, medido a través de pruebas estandarizadas como el SIMCE. El resultado, después de corregir sesgos para comparar niños con las mismas características, es que los niños que asisten a colegios con FICOM logran 6 puntos más en matemáticas, mientras que en lenguaje el efecto desaparece completamente.
Metodología y resultados
El análisis utilizó los resultados de la prueba SIMCE 2005, aplicada a alumnos de cuarto año básico; y los de la prueba SIMCE 2009, aplicada a los mismos alumnos cuando cursaban octavo año básico. Además, dispuso de datos provenientes del cuestionario respondido por los padres, que provee información sobre características socioeconómicas de los estudiantes, así como también, sobre la historia educacional de éstos y las expectativas de los padres.
En las estimaciones se incluyeron como controles, variables socioeconómicas y variables que capturan niveles de heterogeneidad al interior de las salas de clases. La idea era comparar niños en colegios particulares subvencionados con y sin financiamiento compartido, que posean características socioeconómicas similares y que además asistieran a salas de clases que presenten niveles parecidos de heterogeneidad, siendo la única diferencia entre ellos, el tipo de escuela a la que asisten (en este caso, con o sin FICOM).
Los resultados sugieren, que gran parte de las diferencias en rendimiento escolar entre los alumnos que asisten a establecimientos con FICOM y los alumnos que asisten a establecimientos gratuitos, son atribuibles a diferencias en las características de los alumnos y de las salas de clases a las cuales asisten, pues cuando se controla por estas características el efecto disminuye considerablemente. Más aún, pareciera que el FICOM opera aparentemente vía homogeneizar la sala de clases, ya que cuando se incluyen los controles por niveles de heterogeneidad al interior de las clases, el efecto disminuye significativamente e incluso desaparece en los resultados de lenguaje.
De acuerdo a los resultados obtenidos, es posible establecer que el financiamiento compartido tiene un efecto positivo sobre el rendimiento escolar sólo en el largo plazo y que el monto cobrado determina en gran medida la magnitud de este efecto. Sin embargo, estos beneficios de largo plazo, sólo se ven reflejados en los puntajes de matemáticas, pues en los puntajes de lenguaje no se aprecian efectos estadísticamente significativos. En el corto plazo no se observan efectos significativos, ni en los puntajes de matemáticas ni en los puntajes de lenguaje.
Cuánto y por cuánto tiempo
El estudio evaluó, además, cómo varía el efecto del FICOM, según los años de vigencia del sistema en los establecimientos y el monto cobrado a los padres.
Para los alumnos que asisten a establecimientos particulares subvencionados que tienen entre 10 y 13 años de FICOM no se encuentra un efecto estadísticamente diferente de cero, ni en los resultados de lenguaje ni en los de matemáticas. Para los alumnos que asisten a establecimientos que tienen entre 14 y 16 años de FICOM se observa un efecto positivo y significativo al 1%, en los resultados de matemáticas, de aproximadamente 7.5 puntos. En los resultados de lenguaje, se encuentra un efecto positivo y significativo al 10%, de aproximadamente 2.9 puntos.
Estas estimaciones sugieren que el efecto es mayor en los quintiles superiores de la distribución de monto cobrado. De hecho, los alumnos que asisten a establecimientos que tienen FICOM desde que se inició el sistema y que se encuentran en el cuarto o quinto quintil de la distribución de monto cobrado, obtienen, en promedio, 13 puntos más en las pruebas de matemáticas, que los alumnos que asisten a establecimientos sin FICOM, siendo esta diferencia significativa al 5%. Sin embargo, en los resultados de lenguaje no se encuentran efectos positivos que sean estadísticamente significativos, en ningún quintil de la distribución de monto cobrado.
Dados estos resultados, las autoras sugieran preguntarse de qué forma los recursos generados por el sistema de FICOM están siendo utilizados. Estos resultados muestran la necesidad de una mayor fiscalización sobre la utilización de los recursos generados por el financiamiento compartido, de manera de asegurar que los ingresos producidos por esta vía se utilicen con fines educacionales.