En esta columna, la directora (s) del Instituto de Estudios Avanzados en Educación e investigadora del CIAE, Macarena Silva, analiza la importancia de la inclusión en la escuela, a raíz de los últimos hechos de convivencia en algunas escuelas del país.

El “efecto espectador” (bystander effect) en psicología refiere a cómo la responsabilidad se diluye cuando, ante una situación compleja (agresión, por ejemplo), los espectadores no actúan. Las explicaciones solían ir en la línea de que cada individuo pensaba que “otro” iba a actuar. Si todos pensaban que el otro tomaría la iniciativa, era posible que nadie enfrentara el hecho. Los estudios de Latané y Darley comprobaron este efecto de forma robusta en los 70’s. Investigaciones posteriores han refinado el modelo, buscando entender qué es lo que hace que un individuo se involucre en una situación en la que otro está en riesgo, o prefiera mantenerse al margen.
Al respecto, se realizaron estudios de gran interés que permitían concluir que la identidad social y la pertenencia a un grupo, eran claves para que una persona decidiera ayudar o no. Más específicamente, se realizó un experimento en el que se estudiaba en qué condiciones un individuo ayudaba a otro, considerando los grupos a los que pertenecía. Se llamaba a personas fanáticas del Manchester United para participar en un estudio sobre este equipo. Al finalizar, mientras el sujeto salía del edificio, una persona (cómplice del estudio) resbalaba y parecía dañarse el tobillo. El objetivo del experimento era estudiar la conducta de personas que sentían pertenencia a un grupo a la hora de ayudar a otro. ¿Recibía ayuda esa persona? Depende. Si la persona que caía estaba usando una camiseta del mismo equipo (Manchester United, en este caso), los individuos no dudaban en prestarle auxilio. Pero si quien caía vestía una camiseta del equipo rival, fingían estar apurados para no prestar auxilio. No hay que juzgarlos. Eran personas que tenían que decidir y, al parecer, ayudar era más importante cuando quien necesitaba ayuda pertenecía al grupo, lo conociera o no.
Este ejemplo nos ayuda a entender las dificultades que existen al implementar la inclusión en las escuelas. ¿Cómo interactuamos con otros a los que percibimos ajenos a nuestro grupo? La pertenencia, la identidad tienen un efecto. Una inclusión efectiva en el aula implica entender que no se trata de dar un espacio a niños y niñas “diferentes”, sino más bien, de reconocer la diversidad como algo constitutivo del grupo: todos somos diferentes.
Distintos hechos ocurridos los últimos días, donde aparece la violencia, la búsqueda de culpables y el cuestionamiento a familias, docentes, escuelas y estudiantes, nos llaman a pensar en el sentido comunitario de los establecimientos educativos. La escuela es y ha sido un núcleo que ayuda a crear comunidad, en donde cada uno, desde su singularidad, contribuye a este espacio de aprendizaje, alegría y crecimiento. Los recientes y lamentables hechos son un llamado a recuperar el sentido de la escuela, a valorar el rol de docentes y familias y a tratar de reconstruir el vínculo esencial, la pertenencia que sostiene a las generaciones que están creciendo.