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De Chile a Quito: la historia de la docente que ha transformado sus prácticas gracias al programa Escuelas Chile

lunes, 7 de octubre de 2024
Cristina Muñoz, docente de la Institución Educativa Pablo Neruda de Ecuador, y quien ha participado en todas las instancias de formación de Escuelas Chile, relata cómo ha podido mejorar la enseñanza de lectura, matemáticas y el uso del tiempo en el aula.

De Chile a Quito: la historia de la docente que ha transformado sus prácticas gracias al programa Escuelas Chile
En La Mena, un barrio popular al sur de la ciudad de Quito, Ecuador, se encuentra ubicada la Institución Educativa Pablo Neruda, una escuela con cerca de 400 estudiantes, de contextos vulnerables y una amplia población migrante. La escuela se fundó el 7 de febrero de 1988 tras el crecimiento de la población infantil del sector y la extensa distancia que los niños debían recorrer hacia otras instituciones educativas, pero recibió su nombre en 1994, tras un acercamiento con la embajada de Chile, tras lo cual se decidió nombrarla en honor al poeta y Premio Nobel chileno.

En la actualidad, la escuela ha reforzado su vínculo con la embajada de Chile a través del Programa Escuelas Chile, una iniciativa destinada a promover la integración y cooperación entre las escuelas de América Latina y El Caribe relacionadas con nuestro país, que se desarrolla en alianza entre la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AGCID) y el CIAE del Instituto de Estudios Avanzados en Educación de la Universidad de Chile.

La escuela es uno de los 46 establecimientos que han participado del programa desde 2019, que ofrece oportunidades de perfeccionamiento a equipos directivos y docentes de manera presencial y virtual, generando una comunidad de aprendizaje y colaboración, para así mejorar los aprendizajes de los niños y niñas de dichas escuelas.

A la fecha, 374 docentes de Escuelas Chile, provenientes de 15 países de la región, han participado de dichas instancias de formación continua. Una de ellas es Cristina Muñoz, docente de educación primaria de la Institución Educativa Pablo Neruda de Ecuador. La profesora ha participado en todas las instancias de formación del Programa, desde las primeras jornadas presenciales que se realizaron en Santiago y Valparaíso en 2019 hasta el taller de Evaluación para el Aprendizaje, que se desarrolla virtualmente en la actualidad.

De todas estas experiencias, la docente ha adquirido conocimientos y desarrollado competencias que ha podido poner en práctica con sus estudiantes y que ha compartido con los otros profesores de la escuela Pablo Neruda. “Escuelas Chile me ha ayudado a mejorar como docente, a llegar a mis estudiantes de otra manera, con nuevas estrategias y formas, volviendo el aprendizaje más significativo para ellos”, señala.

Por ejemplo, uno de los elementos que rescata es lo aprendido en los talleres del uso efectivo del tiempo en el aula en 2019 y 2020, donde analizaron el sustento teórico del uso eficiente del tiempo para favorecer los aprendizajes de las y los estudiantes y distinguieron tipos de actividades no instruccionales, como actividades institucionales, de gestión del comportamiento y de organización y gestión. “Gracias a eso, hicimos un manual de acompañamiento docente, que compartimos con los docentes de la escuela”, señala Cristina Muñoz.

También han podido escalar a toda la escuela, desde hace 4 años, el manual de acompañamiento docente, que les permite observar las clases de los otros profesores con un enfoque en la retroalimentación. “Hemos podido observar las clases en base de esos lineamientos que nos dio el programa Escuelas Chile. Por ejemplo, el comportamiento del aula, la metodología que usa el docente, la evaluación que realiza; antes lo hacíamos todo eso junto y ahora aprendimos lo importante de focalizar”, explica.

El impacto de la pandemia 

Al igual que muchos otros establecimientos, la Institución Educativa Pablo Neruda de Quito enfrentó numerosos desafíos durante la pandemia, muchos de los cuales se mantienen hasta hoy. Entre ellos, una baja considerable en la matrícula -que pasó de 800 a cerca de 400 estudiantes-, lo cual también afectó al cuerpo docente; y el retraso en los aprendizajes de niños y niñas.  

“Tenemos estudiantes que estaban entre primero y tercero de primaria para la pandemia y que hoy llegan hasta séptimo de primaria sin leer y escribir. Ahora estamos con ellos trabajando el código alfabético. Es algo que nos está llamando la atención y queremos ver cómo ayudarlos”, explica Cristina Muñoz.

Para eso, ha sido crucial, señala Cristina, el Diploma de Lectura, Escritura y Oralidad para la Educación Parvularia y primeros años de Educación Básica, que junto a otros 29 docentes de Latinoamérica cursó de manera remota en plena pandemia. “De mi escuela éramos 3 docentes. Entre las tres, hicimos un taller de 3 días, donde replicamos lo aprendido, utilizamos el material, hicimos un pequeño folleto para las compañeras y nos ha ido bastante bien, sobre todo con los más pequeñitos de preparatoria inicial y de segundo año de preparatoria”, explica la profesora. 

“Ha sido una gran experiencia ver cómo trabajan en Chile y se asemeja mucho a lo que hacemos acá en Ecuador, pero nos han dado unas buenas pautas para implementar en el aula, que es lo más importante”, prosigue. Entre lo aprendido, lo que más destaca es lo de las 4 conciencias lingüísticas -la fonológica y la semántica, la lingüística y la léxica-. “En base a éstas, los chicos adquieren su código alfabético y el significado de la palabra generadora, que les permite ir creando sus propios códigos y sus propias palabras. Inclusive la ortografía es más fácil tratarla desde este enfoque”, explica. Esto le ha servido para enfrentar la enseñanza de la escritura y lectura en sus estudiantes con necesidades educativas especiales, quienes también se han visto incrementados tras la pandemia.

No es lo único. Participó del curso de habilidades matemáticas, donde vieron temáticas como representaciones, el diálogo matemático con los estudiantes y la resolución de problemas. “Esto ha ayudado mucho a los chicos, sobre todo lo de las representaciones en sumas, restas. Como nuestros niños vienen de sectores urbano-marginales, para ellos darles de esta forma las matemáticas es más fácil, la entienden de mejor manera, generan su propio aprendizaje y pierden el miedo a las matemáticas”.

El cambio, incluso, se ha visto en toda la escuela. “Los del distrito ven que la escuela es organizada y nos han preguntado qué hacemos y nos han pedido que les enseñemos”, dice. 

“Personalmente me he enriquecido mucho en estos años, aplicando lo de oralidad, matemáticas, he visto en estudiantes avances, en especial en niños con NEE. He podido mejorar en mis estrategias, uso del tiempo, lectura de los chicos. Los cambios han sido grandes y como docente me siento más preparada”, relata. 

También cuenta que mantiene contacto permanente con docentes de otras Escuelas Chile de Latinoamérica, especialmente con México, Perú y El Salvador, con quienes compartió presencialmente en las jornadas de 2019. “Ellos son una parte afectiva importante de apoyo constante”, relata.

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Comunicaciones CIAE

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